Reflexión sobre «La Montaña Mágica» (Thomas Mann)

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Reflexión sobre «La Montaña Mágica» (Thomas Mann)
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«La Montaña Mágica» (Der Zauberberg), de Thomas Mann, es una de las obras cumbre de la literatura alemana y una de las múltiples reflexiones que produce al paciente lector es el manejo de múltiples conceptos del tiempo, que se ponen de manifiesto durante la novela. La Montaña Mágica está ubicada cerca de la localidad de Davos , en Suiza, y la acción de la novela transcurre en un sanatorio donde se trataban fundamentalmente enfermedades crónicas a principios del siglo XX, como la tuberculosis, o la tisis, entre otras…….Pero la magia de la montaña es que los pacientes del sanatorio no sólo respiraban aire puro, sino que se situaban fuera de la dinámica del mundo cotidiano, con sus ruidos, sus prisas, sus intereses……la montaña era mágica porque hacía extraordinariamente lento el paso del tiempo, y permitía tratar no sólo enfermedades del cuerpo, sino también enfermedades del alma.

Thomas Mann autor de «La Montaña Mágica»

Thomas Mann en 1929

Una característica del máximo interés que produce la ralentización del tiempo cotidiano, y que se puede aplicar a nuestras circunstancias actuales en la cuarentena por motivo del coronavirus, es que esa lentificación del tiempo se constituye en una condición de posibilidad de un fenómeno que perseguimos durante toda nuestra vida de manera inconsciente, me refiero al fenómeno que supone la comunión con el mundo o con el otro o con Dios. La comunión suspende completamente la sensación de temporalidad, es la eternidad en el mundo. La duración de la comunión es indeterminada, puede ser un segundo o una hora…siempre nos parece un instante, pero un instante con sabor de eternidad.

Por eso hay tantas acciones que buscan la comunión…..el montañero que sufre lo indecible para llegar a la cumbre donde, no siempre, trata de alcanzar esa comunión con lo indeterminado (¿Naturaleza, Dios, el Ser?). O el aficionado a los toros que soporta tarde tras tarde de hastío hasta que un día glorioso se destapa el tarro de las esencias…..la pérdida de conciencia del tiempo junto a un estado de bienestar indescriptible son notas que delatan una forma de comunión. O el aficionado al flamenco que soporta, noche tras noche, cantaores mediocres hasta que llega el glorioso día del “duende”, que aparece sin saber ni cuando ni cómo ni por qué.

¿Hay momentos de comunión en La Montaña Mágica?…Estoy seguro que sí…..pero esos momentos no son la salida voluntaria del tiempo que supone ir al sanatorio, que tiene la virtud de congelarlo….sino que, me imagino pero no puedo saberlo con certeza, son momentos de comunión producidos por vivir en un espacio-tiempo al ralentí.

La comunión es el misterio del amor en el mundo, lo único capaz de transformarnos; una fenomenología de la comunión nos puede mostrar que supone una absoluta suspensión de la naturaleza temporal del cambio constante del mundo considerado como physis; en ese sentido se puede hablar de una “salida” de ese mundo físico.

En el fondo, la experiencia de la comunión muestra lo ilusorio del propio concepto de tiempo. Quizás la experiencia de la comunión tenga que ver con la idea de lo sublime, que siguiendo la tesis de Kant, no está, a diferencia de lo bello, fuera de nosotros…..aunque tampoco creo que se pueda encontrar por mera introspección….es la comunión lo que nos da acceso a esta experiencia. La comunión no es un acto de voluntad, no depende, por tanto, de nuestra voluntad de poder….la comunión se encuentra, se nos aparece o se nos da……pero no la producimos con nuestra voluntad.

Por último, si el tiempo no existe más que en nuestro mundo, la experiencia de la comunión se puede pensar como un acceso al Ser infinito y eterno que, necesariamente, tiene que ser trascendente al mundo por razón de su Unidad, e inmanente al mismo por razón de su condición originaria ….lo cual podría tener que ver con la dinámica desocultación-ocultación del ser planteada por Heidegger, y con su condición de nada, que si interpretamos como una nada material, nos permite aceptar la afirmación del filósofo de Friburgo de que es «una nada llena de riqueza”.

By | 2020-04-14T09:03:04+00:00 abril 14th, 2020|Sin categoría|0 Comments

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