Meditaciones veraniegas (III)

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Meditaciones veraniegas (III)
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El faro de Capdepera es lo contrario de todos los faros famosos, como los de Finis-Terrae o los del Fin del Mundo. Y es lo contrario, porque está orientado hacia el amanecer, hacia el oriente donde nace el sol; es un faro modesto pero está en un lugar donde el crepúsculo precede a la luz produciendo maravillosos amaneceres, pese a que los rayos del sol juegan, tan sólo, con el cielo y el mar.

Sobrecogido por la belleza del lugar, en esos momentos llenos de silencio se me ocurrió pensar en la estructura lógica del mundo.

¿Vivimos en un mundo que responde a una estructura lógica?

Menuda pregunta, y en qué momento tan inoportuno!!

Efectivamente, interrumpir la sensación de paz y de bienestar, cortar la emoción que produce la contemplación del mundo desnudo (sólo rayos de sol, cielo y mar, pero eso sí, en comunión conmigo) para hacerse una pregunta puramente teórica parece un sacrilegio contra el carácter fáctico de la vida.

Pero el preguntar también forma parte de nuestra vida, y conocer el mundo por conceptos es algo que nos ha atraído desde que los griegos inventaron la filosofía.

Sin duda, la pregunta es más relevante que nunca en nuestra época, porque percibimos la irrupción de un dogma, que se va imponiendo de manera férrea y que no cabe discutir: Las cosas que componen el mundo  no son más que relaciones de nada con nada, producto del azar; por tanto, todo lo que existe es contingente, carece de propósito y de finalidad y, ante esta enormidad, sólo nos cabe adoptar posturas prácticas en nuestras vidas para reducir el dolor. Es el “struggle for life” darwiniano pero en lugar de estar orientado  a asegurar la supervivencia de la vida o de la especie, estaría enfocado en mejorar nuestras propias vidas, contingentes pero constitutivas de la única realidad que podemos aprehender.

Este mundo carece de lógica y también de finalidad, palabra maldita!

No hay leyes universales y necesarias, no puede haberlas, aunque puede haber regularidades que nos den la sensación de un orden provisional. Pero, no nos engañemos, ese orden provisional es contingente; desaparecerá y vendrá un orden nuevo, o etapas dominadas por el desorden y el caos.

En este contexto, creer en Dios mueve a la risa y la conmiseración, es algo que debemos relegar a nuestra más estricta privacidad, pero tampoco podemos creer en el progreso de la humanidad, ni  en un mundo mejor, ni que la historia tenga unas leyes; la ciencia se convierte en algo secundario pues no podemos creer sinceramente en nuestra capacidad de conocer una estructura inherentemente azarosa como sería el mundo. La sociedad ya no es el lugar de encuentro donde cooperar para proyectos comunes, sino el espacio donde opera el caos de relaciones sociales de individuos que tratan de optimizar su situación contingente. Ya no cabe el sacrificio de una madre o un padre por sus hijos, en el contexto de una visión superior. Hablar de comunidad nos lleva inmediatamente al concepto de comunidad de intereses….

Efectivamente, preguntarnos si el mundo tiene una estructura lógica, pensar sobre ello, creo que es algo muy relevante. Es tan relevante que merece ser tratado en las próximas meditaciones.

By | 2019-08-02T11:25:11+00:00 agosto 2nd, 2019|Sin categoría|0 Comments

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